Nació
en Málaga, en 1898, pertenece a ese grupo de mujeres universitarias españolas
de los años veinte.
Vivió
en Málaga hasta 1917, tras terminar sus estudios en la “Escuela Normal de Maestras” en Andalucía marchó a Madrid
a estudiar el bachillerato en el instituto "Cardenal Cisneros", apoyada por su
madre y por los contactos de su padre.
A
su llegada a la capital se instala en la Residencia de Señoritas. En 1920
ingresa en la facultad de Derecho de la Universidad Central, donde cursa la
carrera como alumna no oficial hasta su licenciatura en junio de 1924.
Terminados sus estudios se siente más atraída por la docencia que por la
abogacía, colaborando con María Maeztu en la elaboración de nuevos planes de
enseñanzas secundaria del instituto-escuela de la Junta de Aplicación de
Estudios e interviene activamente con la fundación Lyceum Club femenino.
Se
colegia en enero de 1925, y aunque no tenía demasiado interés en ejercer la
profesión ante los tribunales, no tardó en tener su primera intervención como
abogada defensora. Se hizo famosa en 1930 defendiendo ante el Tribunal Supremo
de Guerra y Marina a Álvaro de Albornoz, miembro del Comité Revolucionario
Republicano, detenido y procesado junto con los que después formaron el
Gobierno Provisional de la República.
Fue la primera mujer en el mundo en
intervenir ante un consejo de guerra, consiguiendo la absolución de su
defendido.
Cuatro
día más tarde de proclamarse la república,
le ofrecen el cargo de directora general de prisiones. La reforma
penitenciaria que de inmediato lleva a cabo,
alcanzó perfiles inéditos en España y Europa, en el aspecto cultural y
humano, al promover la inserción social de l@s pres@s. Los países nórdicos,
siendo modelos en esta materia, tardarían veintitantos años en emprender
semejantes medidas.
En
las elecciones de 1931 presento su candidatura por el Partido
Radical-Socialista siendo asignada para formar parte de la candidatura
republicana a las Cortes de Madrid, resultando elegida diputada, junto con
Clara Campoamor, en las Cortes
Constituyentes de 1932.
Sus
intervenciones en el parlamento son escasas y, en especial, se la recuerda por
su discurso contra el voto femenino en igualdad de condiciones que los
hombres. Enfrentándose en esa materia a Clara Campoamor, la otra diputada,
partidaria del sufragio igualitario entre hombres y mujeres.
Victoria Kent, siguiendo la disciplina del partido,
estaba convencida de que la mujer española carecía de la mínima preparación
social y política, como para votar responsablemente. Y teniendo en cuenta la gran
influencia de la iglesia, sería un voto conservador, en detrimento de los
partidos de izquierda.
En
1933 se presentó a las elecciones, pero no sacó acta de diputada, por lo que se
dedicó con más intensidad a sus funciones como Directora General de Prisiones,
que deja al año siguiente.
Permaneció
en Francia hasta el final de la guerra, a cuyo término colaboró en la salida de
los refugiad@s españoles/as hacia América.
Sin embargo, no pudo seguir el mismo
camino y fue sorprendida por la invasión nazi. Al ser ocupada París por los
Alemanes el 14 de junio de 1940, Victoria Kent se refugió en la embajada
mexicana, donde permaneció refugiada durante un año, al estar su nombre en la
lista negra entregada por la policía de la dictadura militar franquista al
gobierno colaboracionista de Vichy, la Cruz
Roja le proporcionó un apartamento cerca del Bois de Boulogne, donde vivió
hasta la liberación con una identidad falsa: la de Madame Duval.
En este tiempo
en la capital francesa escribió Cuatro años en París, novela
autobiográfica narrada en tercera persona cuyo protagonista, Plácido, es un alter
ego de la autora.
En
1948 vuelve a México donde se dedica a dar de clases de derecho penal en la universidad, fundando
la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, de la que fue
directora durante dos años. Llamada por la ONU, en 1949 viajó a Nueva York para
colaborar en la Sección de Defensa Social, con el encargo de estudiar el
lamentable estado de las cárceles de Iberoamérica, cargo que abandonó poco
después por ser excesivamente burocrático.
En Nueva York fundó y dirigió la
revista Ibérica desde 1954 a 1974, en la que publicaba las noticias
llegadas desde España para l@s exiliad@s republican@s en Estados Unidos.
Aunque
volvió a España en 1977, tras cerca de cuarenta años de exilio, volvió a Nueva
York, donde pasó el resto de sus días, hasta su muerte en 1987.